Emily Dickinson es una poeta integral, universal, no solo por la genialidad de sus creaciones sino porque tocó una cantidad de temas a lo largo de su obra, y esto hace que se nos resista a encasillarla en un movimiento. Pero como estamos en La crónica espectral haremos un aparte con la poesía gótica.
La poesía gótica
El primer obstáculo es la cuestión género. Cuando se habla de gótico siempre se piensa en narrativa, en novela mayormente y también cuento. Poesía gótica como género no es algo demasiado extendido, pese a que paradójicamente los precedentes del movimiento gótico en la Inglaterra del siglo XVIII fueron…poetas.
Además son poetas (que también narradores) los que cultivaron la estética, como Edgar Allan Poe, que influenció a Emily. También Samuel Taylor Coleridge, con su Christabel, Byron, Wilde, las hermanas Brontë y H.P. Lovecraft, por mencionar algunos. En castellano tenemos a Vallejo con Los heraldos negros y a Alejandra Pizarnik con La condesa Sangrienta y resto de su obra, que menos gótica no es. Entonces la poesía gótica es una práctica muy extendida, pero ha quedado más diluida con respecto a la obra en prosa de los mismos autores, u otros autores.
La Emily más oscura
El encierro voluntario: Emily pasó los últimos veinte años de su vida encerrada en su habitación voluntariamente, vestida de blanco. Su aislamiento y soledad es revolucionaria si pensamos que con su actitud daba la espalda a las convenciones sociales de lo que una mujer debía ser (sabemos que no creía en el matrimonio, por ejemplo). Como en otras escritoras y escritores, el mundo interior daba más de sí que el exterior, y eso era suficiente. Esto lo deja rubricado en su poema «El cerebro es más ancho que el cielo».
Los poemas del incesto: Emily Dickinson sufrió incesto por parte de su padre y su hermano Austin, y lo registró en sus poemas. Estos descubrimientos, realizados por la traductora Ana Mañeru, quedan reflejados en el libro Ese día sobrecogedor, Sabina Editorial.
Erotismo y muerte: Existen una serie de teorías que relacionan de manera muy íntima la muerte y el erotismo. Para Freud, que creía que todo parte del deseo, erotismo y muerte eran conceptos similares pese a su apariencia, porque el primero va en busca de su objeto sexual y el segundo en pos de la destrucción (ambos deseos de entrar en lo desconocido). Para Bataille el erotismo, al igual que la muerte, supone transgresión, el romper unas barreras prohibidas o inaccesibles, y es la anticipación y la apertura hacia lo desconocido. Puede que Lacan tomara ideas de este último, tal como revelan sus actas de 1966:
«Incontestablemente, hay goce en el nivel donde comienza a aparecer el dolor, y sabemos que solo a ese nivel del dolor puede experimentarse toda una dimensión del organismo que de otro modo permanece velada».
Partiendo de estas ideas, se podría decir que la creación poética de Emily crea una danza erótica-mortuoria que va más allá de la relación erótica que mantuvo toda su vida con su cuñada Susan. Una idea muy interesante por explorar.
La poesía gótica de Emily Dickinson
Emily siente fascinación por el concepto de la muerte y lo aborda de una manera reflexiva. Coquetea con lo que llamo viaje postmorten, un recorrido imaginario por ese proceso del que nadie ha regresado para contarlo. Por eso, en sus poemas es común encontrar sus voces poéticas en espacios más allá de la vida, con metáforas que incluyen funerales y cementerios, y sobre todo mantiene un diálogo intenso y continuo con la muerte como si se tratase una persona más.
El ejemplo más conocido es «Porque no pude detenerme por la Muerte», donde establece un diálogo con la muerte y su carácter inevitable, que pese a la frenética actividad humana, un día se aparece y todo se detiene a su paso.
Porque no pude detenerme por la Muerte —
Él amablemente se detuvo por mí —
El Carruaje solo nos llevaba a nosotros —
Y a la Inmortalidad.
El tiempo, como en el mundo de los sueños, se transforma, y ya no se sabe cuánto tiempo realmente llevan ambos en ese viaje. ¿Desde dónde cuenta Emily este evento?
Desde entonces — son Siglos — y sin embargo
Se siente más corto que el Día
En que por primera vez supuse que las Cabezas de los Caballos
apuntaban hacia la Eternidad —
En «No es que Morir nos duela tanto» muestra la angustia existencial de los que se quedan al otro lado del luto. La muerte es un proceso doloroso para los vivos más que para los muertos, contrario a siglos y siglos de pensamiento cristiano, pregonando las virtudes del cielo y el infierno, tal si alguien hubiese regresado de la muerte para comentarlas. Emily dice que es el ahora lo que importa, no lo que ocurra tras la muerte, y los que importan son los que se quedan: «Nosotros — somos los pájaros — que se quedan».
No es que Morir nos duela tanto —
Es Vivir — lo que más nos duele—
Pero Morir — es algo diferente —
un Algo detrás de la Puerta —La Costumbre del Pájaro —de ir al Sur
—antes que los Hielos lleguen
Acepta una mejor latitud—
Nosotros — somos los Pájaros — que se quedan.Los Temblorosos, rondando la puerta del Granjero —
mendigando su ocasional Migaja
— hasta que las compasivas Nieves
Convencen a nuestras Plumas para ir a Casa.
El mismo tema es tratado de manera similar en «El Bullicio en una casa», un poco recomponiendo la persona que somos sin ese ser tan querido que ya no existe en nuestro plano físico, y sobre qué hacer con el amor que le profesábamos:
El Bullicio en una casa
La Mañana tras la Muerte
Es la empresa más solemne
Que se acomete en la Tierra —Sacudir el Corazón
Y hacer a un lado el Amor
Ya no querremos usarlo
Hasta la Eternidad.
Por otra parte, Emily utiliza el tropo gótico de las casas embrujadas a un nivel muy íntimo con «No hay que ser una Alcoba — para estar Embrujada»:
No hay que ser una Alcoba — para estar Embrujada
No hay que ser una Casa —
Los Pasadizos del Cerebro — exceden
El Lugar Material —Más seguro, en reunión de medianoche
el Fantasma externo
Que su interior Haciendo Frente —
a ese Huésped más gélido —Más seguro, cruzando al galope una Abadía,
las Losas al acecho —
Que encontrarse sin armas a una misma —
En un Lugar desiertoUna misma detrás de una, escondida —
Debiera darnos menos sobresalto —
El asesino oculto en nuestra Sala
No Horrorizarnos tanto —El Cuerpo toma un Revólver prestado
Echa el Cerrojo —
Sin notar a un espectro superior —
O a Otros —
El viaje postmortem es también ese momento cuando el ser humano se «desconecta» de la vida tal y como la conocía, pero aún no se retira de su entorno. Me pregunto cuál sería la posibilidad de que Emily haya podido leer El libro tibetano de los muertos porque lo que describe en su poema «Zumbido en mi cabeza» se parece mucho a uno de los primeros estadios (o bardos) que en teoría sufre el ser humano inmediatamente a su muerte, un estar no completamente en el mundo de los vivos sin haberse marchado del todo, experimentando aún sensaciones de un lado y del otro:
Oí un zumbido de mosca — cuando morí —
El silencio en la habitación
Era como el silencio en el aire —
Entre los resoplidos de la tormenta —
Los ojos alrededor — los habían exprimido hasta secarlos —
Y las respiraciones se estaban reuniendo con firmeza
Para ese último ataque — cuando el Rey
Sea presenciado — en la habitación —
Deseé mis recuerdos — Firmé
Las partes de mí que sean
Asignables — y entonces fue
Que se interpuso una mosca —
Con un zumbido azul – incierto y tambaleante —
Entre la luz — y yo —
Y entonces las ventanas fallaron — y entonces
No podía ver para ver —
Un estadio más allá de este viaje postmortem se muestra en «Sentí un funeral en mi cerebro». La conciencia ha abandonado totalmente el mundo de los vivos y los símbolos lo ocupan todo. ¿Qué es lo que termina sabiendo la voz poética? Supongo que es todo eso que nos llena de preguntas durante nuestra naturaleza humana y que una vez hemos cruzado al otro lado se vuelve diáfano y comprensible:
Sentí un funeral en mi cerebro,
los deudos iban y venían
arrastrándose — arrastrándose — hasta que pareció
que el sentido se quebraba totalmente —y cuando todos estuvieron sentados,
una liturgia, como un tambor —
comenzó a batir — a batir — hasta que pensé
que mi mente se volvía muda —y luego los oí levantar el cajón
y crujió a través de mi alma
con los mismos botines de plomo, de nuevo,
el espacio — comenzó a repicar,como si todos los cielos fueran campanas
y existir, sólo una oreja,
y yo, y el silencio, alguna extraña raza
naufragada, solitaria, aquí —y luego un vacío en la razón, se quebró,
caí, y caí —
y di con un mundo, en cada zambullida,
y terminé sabiendo — entonces —
La poesía es apertura y libertad
Esta es mi interpretación y mi enfoque gótico de la poesía de Emily Dickinson, pero la poesía no es lineal y admite infinidad de puntos de vista. Cuéntame qué te transmiten estos poemas y así enriquecemos la lectura:
Poemas utilizados en este artículo:
«Porque no pude detenerme por la Muerte»
«No es que Morir nos duela tanto»
«El Bullicio en una casa»
«Oí un zumbido de mosca — cuando morí —»
«Sentí un funeral en mi cerebro»
Todos están completos excepto el primero (por razones de espacio)
Recursos
La Emily Dickinson de Ana Mañeru.
Las traductoras son puentes, son esa gente maravillosa que gracias a sus dotes lingüísticas y culturales acercan temas, visiones, y otras culturas a otros públicos. Pero Ana Mañeru no era traductora: era economista.
Un día, una compañera de trabajo le regaló un librito de poemas de una poeta llamada Emily Dickinson. Gustarle no sería el término adecuado, fue más bien amor a primera lectura, aunque después de escucharla el mejor término posible es el de hechizada.
Ana empezó a traducir los poemas de Emily Dickinson para ella, como un gesto personal, pero acabó sobrepasada por la fuerza y la belleza de su obra. Compartió esta labor titánica con la traductora María-Milagros Rivera Garretas y con más colaboradoras. Así que, por decirlo de alguna manera, Emily Dickinson la convirtió en traductora, en la de su obra, y en portadora de su mensaje y su verdad, tan manipulada a través de los tiempos.
Los descubrimientos de Ana no se hicieron esperar. Pronto se dio cuenta de que Emily no fue la señora victoriana, oscura que vivió recluida en su casa, la de esa imagen que generación tras generación el mundo se ha empeñado en transmitir. Emily era mucho más, una mujer apasionada y que vivió en los márgenes de su tiempo, una que procuró difundir su obra sin demasiado éxito y que vivió su sexualidad como nadie de su entorno y su época.
Obra de Emily Dickinson traducida por Ana Mañeru en la Editorial Sabina (ediciones bilingües):
Poemas y cartas, 1-600
Poemas 1201-1786. Nuestro Puerto un secreto
Poemas 601-1200. Soldar un Abismo con Aire
Ese Día sobrecogedor. Poemas del incesto
Referencias:
Deseo, erotismo y muerte, Jose Cueli, La Jornada, 20 de diciembre de 2008.
Haunted Homes and Uncanny Spaces: The Gothic in the Poetry of Emily Dickinson, Samantha Landau, Christianity and Culture, 46, 2015.
Ni inglés ni español: traducir la poesía de Emily Dickinson, María-Milagros Rivera Garretas, diotima comunità filosofica femminile, Número 15 - 2017/2018.
Entre Bataille y Lacan: Muerte & Erotismo de José Assandri, Cecilia Sosa, Página 12, 10 de junio de 2007.
Poco se habla de la suerte que hemos tenido las hispanohablantes con la editorial Sabina y el trabajo extraordinario que han hecho con las traducciones y libros de Emily Dickinson. Gracias por hacer visible ese hilo que se teje entre dos mujeres de épocas y vidas tan distintas, como son Dickinson y Mañeru. Un vínculo con palabras, una auténtica maravilla. Gracias por este post.
Muchas gracias por compartir.