Llegué a Fuyuko Matsui de la mano del kusōzu, y me inspiró tanto que utilicé su obra para dar un giro definitivo a mi poemario Cadáver de bailarina Corpse Ballerina, concretamente a los poemas de la serie El ballet eclipsado. El resultado final lo puedes leer en la parte de La caída en escena del mismo.
El kusōzu significa literalmente pintura de las nueve etapas de la descomposición de un cadáver y es una expresión artística que llegó a Japón a través del budismo. Era, además, un tema popular de la tradición oral que también quedó recogido en un poema. Si quieres saber más puedes leer el artículo Kusōzu, o el arte de desaparecer.
Tal como indiqué en el artículo, el kusōzu tradicionalmente tiene grandes dosis de misoginia, puesto que la figura que siempre se ofrecía para la enseñanza postmortem era la mujer y el que obtenía la iluminación siempre era el hombre. Matsui cambia la perspectiva de la tradición ofreciéndonos sus mujeres empoderadas. Este empoderamiento va unido al dolor que se manifiesta en la desnudez y la exposición de unos espacios que escapan a la mirada habitual.
Sus pinturas no recogen, necesariamente, todas las etapas, pero sí profundizan el momento en cuestión. Su lectura actualizada es las nueve causas del suicidio. Las mujeres ya no son un objeto pasivo que se desintegra como unidad y se integra con el paisaje. No es alimento de los animales salvajes, ni tampoco un simple objeto sugerente de erotismo. La mujer de Matsui tiene poder de decisión sobre la vida y la muerte. De esta manera, y pese a que utiliza el motivo del kusōzu, no se puede ver en los límites estrictos de una doctrina religiosa, sino que abarca otras áreas como lo erótico-grotesco, la disección, el suicidio y el desnudo.
Con relación a los medios, Matsui guarda un delicado balance entre tradición y modernidad, experimentando con la nihonga, que es la pintura tradicional japonesa, y la pintura occidental (yōga). El discurso y el debate que propone su obra va desde lo que es estrictamente tradición hasta lo que muchos sectores han calificado como gótico.
Los niveles del desnudo y el dolor
Recuerdo que en una clase de teoría literaria el profesor nos preguntó sobre el nivel de desnudo que estamos dispuestos a admitir, y es justo lo que quiero preguntarte. ¿Cuánto desnudo estás dispuesto a admitir en un cuerpo? Te adelanto que el nivel de desnudez de las pinturas de Matsui es bastante alto.
Por ejemplo, en Manteniendo la pureza, de 2004 la artista muestra una visión didáctica del interior del cuerpo femenino que encuentra similitudes con las venus anatómicas del renacimiento. Esto lo aprendí después, ya que la primera sugerencia al ver el feto dentro de su interior fue la de un sepukku, el ritual de suicidio samurai. Ella juega también con esa intencionalidad. El rostro de la mujer reposa con una ligera sonrisa, y según su autora, orgullosa de sus órganos, en contraposición a la tradición que ve a las mujeres inferiores por tener útero. La artista indicó en una entrevista que también es una advertencia a potenciales violadores de que el miedo y el dolor asociado a lo femenino como víctima es ahora una fuente de fuerza.
En Altar de extremidades grabadas, de 2007 una mujer se pasea sonriente con sus órganos internos fuera de su lugar natural, extendidos como una pieza de ropa.
En Concepción, de 2009, el interior es objeto de exploración, satisfacción, y orgullo. Nuevamente, está expuesto a todos como algo habitual.
Unirse a la conversación, de 2011 podría representar las fases finales del kusōzu donde la desnudez llega al punto del absoluto. La serpiente que se pasea entre las cuencas y la caja torácica recuerda a otras manifestaciones modernas del kusōzu, como La rebelión de Shimabara, de Itō Seiu, pero no queda clara la intencionalidad.
Incluso en Deformidades dispersas al final, de 2007, la única pintura de la serie que más guarda familiaridad con algunos elementos tradicionales del kusōzu (animales salvajes que devoran el cadáver) marca una diferencia revolucionaria al presentar a la mujer corriendo, como escapando de la muerte.
Mujer demente bajo el cerezo, de 2005, viene a decir que el vómito también es una forma de desmembramiento, más si un feto está envuelto en ello.
Conclusión
El kusōzu de Fuyuko Matsui es complejo y revolucionario, porque no es un concepto pasivo de una religión milenaria en exclusividad. Las mujeres de Matsui son guerreras postmortem de las que podemos seguir aprendiendo gracias a la observación de sus pinturas. Además, el mensaje que abarca su obra puede ser disfrutado durante milenios gracias a su forma de creación (y conservadas apropiadamente), tal como indicó la artista para los medios de la galería NSW de Australia.
Contrario al kusōzu tradicional el de Matsui es pragmático hacia el cuerpo y su naturaleza, concretamente la femenina. Observar sus cuadros es una lección de anatomía, y de poder sobre la vida y la muerte. La lección es dolorosa, pero merece la pena si ello nos ayuda a conciliarnos y adentrarnos en el concepto obligatorio de la muerte.
Fuyuko Matsui (1974, Prefectura de Shizuoka, Japón) es doctora en pintura japonesa y una de las pocas artistas que trabajan la técnica del nihonga. Es conocida por su serie New Kusōzu y pinta solo mujeres porque como mujer comprende sus sentimientos.
Referencias:
The Composition of Decomposition : The Kusōzu Images of Matsui Fuyuko and Itō Seiu, and Buddhism in Erotic Grotesque Modernity, Elizabeth Tinsley, Journal of Asian Humanities at Kyushu University, 2017.
Behind the Sensationalism: Images of a Decaying Corpse in Japanese Buddhist Art, Fusae Kanda, The Art Bulletin, 2005.
Fuyuko Matsui, la pintora de nihonga con empatía femenina, Lisa Kobayashi, CoolJapan.es, 25 de septiembre de 2015.
Trauma and pain in the art of Fuyuko Matsui, Haverford Libraries.
From the Imaginary Body to Nothingness: the Aggressive Body in Matsui Fuyuko’s Painting, Mew Lingjun Jiang, Erudition Magazine, October 2021.
Art After Hours: Yumi Stynes in conversation with Fuyuko Matsui (interview), Yumi Stynes, Art Gallery NSW, November 6, 2019.
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